Hace 5 meses | Por asola33 a vilaweb.cat
Publicado hace 5 meses por asola33 a vilaweb.cat

Es un experto en conducta suicida y lleva tiempo alertando de la relación entre las pantallas, el malestar por la presión social y el suicidio. Es autor del libro Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos (Herder). Padre de cuatro criaturas, ha decidido que no tendrán móvil hasta dieciocho años. Antes, lo encuentra peligroso, tal y como explica en esta entrevista

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Mediorco

#8 Puede convivir con las tecnologias cuando estén preparados para afrontarlas y tengan sus vidas llenas de otras cosas. Lo único que aprenden con las pantallas es desconectarse del mundo.

Que quieres que te diga, yo tengo tres hijos y también necesito a veces que estén ocupados. Para ello, les doy libros, manualidades, juegos de mesa, preparo su habitación para que puedan hacer cosas, busco ludotecas, estancias de navidad, intento que tengan hobbies como tocar instrumentos.

Recurrir a las pantallas para desconectarlos es lo fácil. Así no tienes que pensar.

No te estoy diciendo que lo hagas mal. Todos tenemos nuestra situación personal. Pero eso no quitas que estás recurriendo a la solución fácil para ti, no las que les conviene a ellos. Las cosas como son.

wildseven23

#10 Si te digo la verdad, es un debate interesantísimo. Te aseguro que yo no uso las pantallas para desconectarlos, ni mucho menos, aunque sé que hay padres que sí que lo hacen. Mi hijo en su tablet tiene un LibreTube que se conecta al piped de casa con las cosas que considero que puede o no ver (cada vez le voy dejando más margen), el adguard parental, y cosas así. Que se las saltará, seguro, pero no en su edad actual.

Esas cosas también me valen para explicarle cosas sobre Internet, sobre cómo funcionan los timos (ayer mismo estuvimos hablando de estafas piramidales, de lo de "tienes 10 minutos para pagar un curso al 90% de descuento), y cosas por el estilo. Ah, y le chifla hacer cosas con Scratch pero, claro, él tiene un padre friki que difícilmente le podría decir un jugador en activo del Real Madrid.

Y el uso de la tablet está limitado a dos horas durante los fines de semana (a veces es más, lo reconozco), y el resto del tiempo juega conmigo o con su madre, hace experimentos "de ciencia", o mil cosas más. Como todo, la tecnología no es buena ni mala per se, depende del uso que se le quiera dar.

Tieso

Es absurdo desligar a los niños de su mundo y sus amigos. El móvil ayuda a socializar, y hay una edad, claro, los míos a los 12, si no son adictos es porque su madre y yo dedicamos muchas horas a educarlos. Esto que dice el entrevistado, a los 18, supone criar personas desligada de su mundo, y eso no es bueno.

nilien

#6 No parece que te hayas leído la entrevista, porque este psicólogo razona y desmiente las mismas objeciones que has hecho, apoyándose tanto en casos ya existentes como en su propia experiencia...

Tieso

#7 y yo tengo la experiencia contraria.

nilien

#12 Probablemente, no la de atender decenas de casos, ni tampoco la de haber revisado toda la bibliografía al respecto.

Vamos, que en esto como en todo hay opiniones y opiniones...

D

#6 Del mundo, no, del móvil y las redes sociales. Hay mundo sin ellas, hasta que sean capaces de discernir y tengan madurez.

asola33

Para mi lo mas dificil es negarle el móvil mientras estoy en MNM.

asola33

Traducción automática.
Francisco Villar Cabeza, licenciado y doctor en psicología (UB y UAB, respectivamente), formado en terapia familiar en Roberto Clemente Family Guidance Center de Nueva York, es el coordinador del programa de atención a la conducta suicida del menor en el Hospital Sant Juan de Dios. Es un experto en conducta suicida y lleva tiempo alertando de la relación entre las pantallas, el malestar por la presión social y el suicidio. Es autor del libro Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos (Herder). Padre de cuatro criaturas, ha decidido que no tendrán móvil hasta dieciocho años. Antes, lo encuentra peligroso, tal y como explica en esta entrevista con VilaWeb en el centro de Barcelona. Y cree que los padres deben cambiar radicalmente la actitud hacia las pantallas.

—¿En qué momento se enciende la alarma?
—Se me enciende porque trabajo acompañando a chavales en el peor momento de la vida, que es cuando deciden quitarse la vida. Y la influencia de las tecnologías y las pantallas ha estado creciendo.

—Chicas o chicas?
—Sobre todo chicas. Y cada vez más. Cuando empecé, el 80% eran chicas y el 20% chicos. Ahora estamos en un 95% de chicas.

—A ver si lo he entendido bien: ¿el 90% de la gente que viene con intentos de suicidio son chicas?
—Más. El 95%.

—¿Por qué las chicas?
—Porque son las que se dirigen a las redes sociales para ver lo que se espera, en la vida, de ellas. El Ayuntamiento de Barcelona publicó sus datos: una chica de cada veinte verbaliza haber recibido acoso en la calle, escuela, casa, etc. Cuando pasamos a lo digital, una de cada cuatro. La vida digital es muy real. Y un acoso online, es mucho más duro que un acoso del clásico.

—¿Por qué?
—Porque con el acoso clásico tenías la oportunidad de que pasara un adulto por allí y te ayudara. O una vez en casa. Y ahora, no. Ahora tienes tu acosador en el bolsillo, que se acuesta contigo en la cama. Y no puedes negar el acoso. Ahora te lo filman y te lo ponen en la nube. Gente de pueblos que ni siquiera te conoce te dice: "Eres un desgraciado." Ahora no sólo se multiplican las víctimas, también los agresores. Y reciben más a las chicas porque la sociedad es mucho más dura con ellas, y con las exigencias que les ponemos: debes ser así de prima, tener éxito.

—Pantallas y sexualidad.
—La mayoría de los chavales se informan de qué es la sexualidad por la pornografía. Los chavales no acceden a la pornografía, es la pornografía que accede a los chavales. El 20% de los chavales de ocho años lo han visto.

—Explíqueme bien la relación entre móvil y suicidios. ¿Crea nuevos suicidas, el móvil, o aumenta la intensidad de los de siempre?
—El móvil nos complica mucho la vida: los que podían sufrir, ahora sufren mucho más, porque se ha intensificado mucho. Hay chavales que, sin el móvil, no tendrían esa sensación, porque todo el foco del acoso les llega por el móvil. La OMS te dice que hay cuatro objetivos principales para tratar de acabar con el suicidio y el efecto de la adolescencia. Uno, prevención de acceso a métodos letales. Éste es el primero. Lo que más vidas ha salvado, respecto al suicidio, ha sido cambiar la composición del gas doméstico en Inglaterra, o cambiar la composición de los pesticidas en Asia rural. Entonces, ¿los chavales qué tienen ahora? El conocimiento del método. Nosotros, como padres, no sabemos cuáles son las sustancias que más duelen, y ellos sí, porque lo tienen en los grupos. Con tantos nuevos métodos, lo tenemos complicado.

—Y el método que eligen, ¿cuál es?
—Son pastillas, no llamaré su nombre.

—¿La segunda?
-La segunda es la interacción con la prensa, con los medios digitales, porque nosotros sabemos que el suicidio se contagia. Si tú hablas mucho sobre todo si le pones una parte muy romantizada (hablando de los métodos, precisamente), al final acabas haciendo una identificación. Y la gente que está en una situación parecida imita su solución. Un ejemplo claro es la serie 13 reasones why. Fue un desbarajuste, aquí aumentó de un 34% la asistencia a los hospitales de chicas que se sentían identificadas con la protagonista [una suicida]. Los de la serie no la retiraron, todavía está ahí. ¿Pero sabes cuáles son los contenidos más peligrosos que existen en redes sociales y en internet en relación con el suicidio? No están en la prensa, son los contenidos que publican los chavales de doce años, de catorce años, que comparten su dolor, su malestar. Si un adolescente pregunta a TikTok qué es lo de la salud mental, en menos de veinte minutos está en un pozo de oscuridad, de mensajes negativos, de autolesiones.

—¿La tercera vía cuál es?
—Aumentar las capacidades y habilidades de la persona para hacer del mundo un lugar habitable. Puesto que tenemos teléfonos inteligentes, conseguimos chavales no inteligentes. Necesitaríamos que fuera al revés. Enanos que desarrollen recursos. Una agresión contra el aprendizaje es todo lo que lo facilita teóricamente.

—¿Por ejemplo?
—Un trayecto de coche de media hora. Esto es una oportunidad de entrenar la tolerancia a la frustración, al malestar. Pero si ante cualquier cosa le pones una pantalla delante, ya no entrena. Ahora tenemos chavales con menos capacita

nilien

#1 La traducción debió de alcanzar el límite de caracteres, y hay más entrevista no traducida. Bastante más, de hecho...

asola33

#1, #5 Resto de la traducción (espero! Google se corta pronto)

Ahora tenemos chavales con menos capacidad de tolerancia a la frustración, más impulsivos, menos empáticos. Tenemos chavales que leen menos, porque tienen menos capacidad de memoria, de concentración, de atención. ¿Qué hemos hecho como sociedad? Algo loca: bajar la dificultad de los textos, y la longitud. En las escuelas y en todas partes. O sea, en las novelas, en las editoriales, en todo. ¿Esto tiene algún sentido? Porque la vida, a diferencia de la lectura, no podemos hacerla más fácil.

—¿Hay más gente que se suicida o hay más intentos de suicidio?
—Hablas con alguien que está en la trinchera, en primera línea. A mí cada muerte me revienta la cabeza. Los datos del estado español son 4.200 muertes por suicidio. Esto nunca había pasado. Son las más altas que se han visto en los registros. Y si en el 2020 murieron 64 niños menores de 19 años, y en el 2021, 75, el año pasado los datos nos dicen que murieron 85. Me parece una barbaridad. Después nos critican en Europa porque "no hagan bien los registros", porque si hay dudas, ya no lo pones como suicidio, porque es tan bárbaro que intentas no ponerlo.

—La persona más joven que ha visto suicidarse, ¿cuántos años tenía? ¿Cuándo empieza todo esto?
—Hay un 8% de chavales que ya piensan en ella, y la problemática como tal la empezamos a tener a partir de los 12-13 años. Hacen un pico muy grande a los 14-15 y después comienzan a descender a los 16-18.

—¿Por qué hay un pico a catorce años?
—La vida aprieta a estas edades. Por eso te digo que me parecía una temeridad darle un teléfono móvil a un niño. Una persona que se vea en una situación de malestar (el acoso, acoso sexual, abusos sexuales en el entorno familiar) puede estar relacionada con el suicidio. ¿Por qué? Porque el suicidio es una historia de dolor y desesperanza. Si vivo una situación de mucho dolor, pero pienso que ya va a pasar y que lo superaré, es algo. Pero si yo creo que no tiene forma de arreglarse, se genera la idea de la muerte. ¿Vivo una situación de dolor que no se acabará y no tengo nada que me arregle en esta vida? Me voy. La última defensa que tenemos es que quitarte la vida no es fácil: el miedo a quedarte peor. Pero los cimientos son dolor, desesperanza y vinculación. Y es muy importante que un niño que sufre tenga claramente la sensación de que su entorno nunca estará mejor sin él. Nunca. Necesitamos transmitirle muy claramente que no es una carga para nosotros. Entonces, lo de matas a tu familia… por favor, no.

—Me decís que se encerró a leer todo lo que se había publicado y le impactó.
—Búsqueda bibliográfica. Y todo se había publicado, precovidido.

—¿Se había publicado la relación entre pantalla y suicidio?
—La relación entre pantalla y malestar. Luego están los informes internos sobre Instagram, que se sabe provoca suicidio, trastorno de conducta alimentaria (TCA), problemas relacionados con la presión social. Problemas de conducta suicida, conducta autolesiva, TCA. Este malestar crece de veintiún puntos entre adolescentes en estos últimos diez años, coincidiendo con la implantación de la tecnología. Y entonces me cabreo. También conmigo mismo. Lo primero que hago es llegar a casa, y saco toda pantalla mi casa. Y con mucha vergüenza, porque, por supuesto, soy psicólogo clínico en infantil. No podía olvidarme que cuando estamos en la adolescencia ya llegamos tarde.

—¿Qué pantallas saca usted de casa?
—La televisión, una mesita que rondaba por ahí. Fuera todo. Pensaba que era mucho mejor que escucharan algo de inglés en vez de estar con papá. ¡Imagínate, un psicólogo clínico infantil diciendo esto! Ahora no tienen acceso a pantallas. Veo que hasta los dieciocho no pueden tocarlo.

—En el libro hable de las pantallas que devoran. ¿Por qué devoran?
—Porque nos comen el tiempo. Su modelo de negocio está basado en que te estés mucho tiempo. Y nos lo toman. O el informe de visión y vida, es una barbaridad; se ha multiplicado por seis la miopía magna, que esto es de más de seis dioptrías.

—¿Los niños en los pueblos lo tienen mejor que en las ciudades?
—Debemos conquistar las calles otra vez. Hay espacios del ayuntamiento que están infrautilizados. Antes los amigos te picaban en casa. Baja. Claro que bajo. ¿Qué debo hacer aquí arriba? Ahora, no. Facebook tiene una aplicación muy fácil que te dice dónde está tu amigo. Ésta no la ponen. No quieren que sepamos que nuestro amigo está cerca. Soy un obsesionado con la prevención del suicidio en fase de adolescencia. En las escuelas sin móviles han mejorado la vinculación, la calidad de la relación con el otro y ha descendido el malestar que origina el conflicto. Y esto es prevención del suicidio de primer orden. Los maestros no realizan una iniciativa educativa. Hacen prevención del suicidio directamente. Quizá sea la mejor intervención que he visto estos últimos diez años.

—¿Cómo se dedica a esta cuestión, tan delicada, de los intentos de suicidio entre niños?
—Por vergüenza. Era psicólogo clínico, hice formación de técnica familiar en Estados Unidos, y me propusieron a San Juan de Dios realizar el programa de atención a la conducta suicida. Y dije que no. Llegué a casa, y ¡qué noche pasé! ¿Cómo puedes haber dicho que no? Llego al día siguiente y les digo, escucha, lo siento. Me pongo. Y entro en contacto con la realidad, y ya está, te ha atrapado, y se convierte en causa. Empiezo a hablar con asociaciones de familiares. Hablo siempre de Cecilia Borràs, una mujer que tuvo que enterrar a su hijo a diecinueve años, con un intento de suicidio, y me dice: “Nos sentíamos solos. Nos faltan científicos.” Y me pongo. Me dicen que ahora parezco un activista, y supongo que sí. Abordo una barbaridad. Hago la primera atención en un momento en que acaban de hacer la tentativa. Y les acompaño, a veces muy poco, a veces tres días, para intentar vincularlos.

—No estoy muy contento de cómo el gobierno trata esto de los móviles. ¿Cómo lo ven usted?
—¿Qué quieres que te diga? Hice una investigación en 2017. Queríamos que las historias fueran verdad: que si la tecnología mejora su aprendizaje, que si… Pues ha sido un desastre. Porque la distracción es un desastre. La iniciativa del gobierno… Hombre, supongo que se sientan en la mesa con los docentes y deben tener dificultades. Ahora mismo, ha habido algo muy bonito que te da esperanza en el ser humano. Los padres que han dicho: “Nosotros podemos aceptar que nos tomen la vida. Pero si tocas a mi hijo, te has equivocado.” Los padres se han levantado de forma comunitaria, porque los niños son de todos. Y esto me emociona mucho. Y han dicho, escucha, desde allá arriba, ¿hará algo o no?

—Quizás usted conseguirá que sus hijos no lleguen a dieciocho años con móvil, pero si el resto de la clase todos van con móvil, lo tendrá más difícil.
—¡Lo he hablado con tanta gente! “Yo hice el tráfico entero y mi hijo fue el único que no tuvo móvil. ¡Lo único!, y no le ha pasado nada.” Como tengo estos ejemplos, los míos estarían igualmente salvados. La única conciencia de que vale la pena es la que genera y promueve acción. Las escuelas que prohibieron los móviles no leyeron teóricos, ni a mí. Dijeron: “Lo que vemos en los patios no puede ser. Debemos hacer alguna propuesta.” Y fueron valientes y la propusieron. ¿Y qué se encontraron? Que los miedos que les había puesto eran inciertos. Cuando sacas el contaminante, la vida brota.

—Comente la frase: “¿Cómo le consigo quitarle el móvil al chaval?”.
—Ostras, es que esto vuelve a ser un eslogan. ¿Cómo se lo quitas? Así. Y le pides disculpas: “Oye, hijo, no lo sabía. Pensábamos que esto era bueno para ustedes. No lo es. Lo siento.” Y se lo quitas.

—“Les doy la pantalla y así no se pelean.”
—No, hijo, comienzan las peleas. Que cuando se lo das, la pelea entra en todas partes. Obras la caja de Pandora.

—“Le doy el teléfono y así me puede llamar.”
—Que no te llama. Y tampoco te responde. Nos han enredado desde la primera. Porque lo primero que nos han dicho es que está conectado. ¡Pero si los aislamos!

—¿Quisiera añadir algo que no le haya pedido o subrayar una idea ya expresada?
—Sí: quiero pedir disculpas a nuestros adolescentes. Perdona, no somos una generación digital, y no lo pedisteis, vosotros, de serlo. A muchos le ha llegado esta pantalla a la cara sin haberlo pedido. Les hemos complicado la vida, les hemos expuesto a nuevas formas de violencia, tanto entre vosotros como de adultos. Pedirle muchas disculpas. Y a todos los padres que se han levantado gracias. Gracias por hacerles cargo de todos, no sólo de los que están en su casa. Gracias por ayudarnos a cuidar a todos los niños, los inteligentes, los menos inteligentes, los que tienen más recursos, los que tienen menos, todos. Gracias por no conformarse.

wildseven23

Yo intento que mi hijo pase el menor tiempo posible delante de su tablet y, si lo hace, que sea conmigo al lado. Al final, se me hace imposible. Es como cuando nuestros padres nos aparcaban frente a la tele para poder limpiar y que no diésemos mucho por culo.

Eso sí, a la mínima le hablo de timos por Internet, de cómo la gran mayoría de LluTuvers se dedica a vender una imagen falsa de sí mismos, y cosas así. Y de cómo le pueden acosar a través de RR.SS. y de cómo puede defenderse. Aún no las usa, pero lo hará irremediablemente y quiero que tenga las herramientas para paliar los efectos negativos de las mismas.

Mediorco

#3 Pues no tengáis tablet. Así no se te hará imposible.

Aún no las usa, pero lo hará irremediablemente y quiero que tenga las herramientas para paliar los efectos negativos de las mismas.

Esto es simplemente la excusa de no voy a hacer nada porqué no puedo hacer nada. Los niños no pueden autoregularse solos. Si los adultos no pueden en muchas ocasiones, ¿como vas a esperar que lo haga tu hijo? Si no tienen aparatos electrónicos en casa no los utilizará. Es así de simple.

wildseven23

#4 Se me hace imposible porque, a veces, hay que hacer cosas y no puedo tener al niño encima mía, no por el aparato en sí. Lo mismo le pongo la tablet, que la consola, que le doy un folio con pinturas o le pongo una película.

A tus ojos me estoy comportando mal, pero mi hijo cuando se meta en una red social va a saber defenderse más que uno que no las haya visto en su vida. Lo mismo que sabe perfectamente que no se ha de usar su nombre real, que las contraseñas deben ser fuertes, que no debe compartir cosas de su vida con ningún desconocido, y más cosas.

No se puede negar la realidad, los niños van a convivir con estas tecnologías, nos guste o no. Y prefiero que se vayan educando poco a poco a que se peguen la hostia nada más llegar.